dijous, 25 de juny del 2009

REUNIÓN DE TRABAJO CON LAS CUCARACHAS

La desesperación individual de millones de personas le hace ser juguetes rotos de un tablero de ajedrez al que nunca han querido mirar.
Meros peones que hasta ahora se creía subidos al carro de la vida, pensaban que esta seria un baile ya que aceptaban sin ser críticos su juego.
Individualizados salen a la calle a buscar algún subsidio, o en alguna biblioteca buscan por Internet ofertas en alguno de estos buscadores, vendiendo lo único que tienen los que no tiene nada más que su fuerza de trabajo.

Se venden a quien por acumulación tiene los medios. Y si nadie los compra se ofrecen más baratos.Hay una oferta muy divertida en Castellón, de comercial de Jazztel; en dos clicks por laboris entras.
En una planta baja una secretaria no para de atender llamadas, y muy seriamente contesta a los alaridos desesperados que se pueden escuchar incluso los que sentados en silencio aguardan su turno a unos 2 metros de la mesa.
Es la voz de los que no tiene nada más que una esperanza.

Con el teléfono en la mano te da monótonamente una hoja y un Boli.
Allí pones lo típico: datos, edad, patria (aunque uno no crea que exista), experiencias laborales, estudios, aficiones. Incluso para venderte mejor y destacarte de los demás te invitan a que pongas algo sobre ti en una líneas.
Total, entras en un local y ya saben mucho de ti; y tú de momento nada de ellos.
Con el teléfono en la mano la secretaria te hace sentar mientras da otro papel a otra de las muchas personas que hay.

En este caso es un dominicano en tirantes y chancletas, más vestido para ir a la playa que para confesar delante de todos que necesita trabajar ya que esta en una situación muy precaria. Se muestra muy intranquilo, su drama me conmueve. Me gustaría decirle que no pierda el tiempo, ya que el lugar parece una estafa, hay indicios en ese ambiente de que así lo sea.
La secretaria sin inmutarse acostumbrada a estas situaciones como algo cotidiano le da la hoja, el Boli y le indica que se siente.
El dominicano no atenderá a nada de lo que allí ocurra, excepto a la promesa de que al día siguiente puede empezar a trabajar. Se venderá lo mejor que pueda, sometiéndose hasta la degradación absoluta, sabedor de sus necesidades. Hará todo lo que le digan como un niño ante un adulto, creyéndose las más inverosímiles tonterías, sin cuestionar la honradez de esas personas, ya que la esperanza o la desesperación de la que nace es más fuerte que la razón.

Al lado de la secretaria hay una mesa donde un hombre vestido de negro con corbata realiza las entrevistas. En la mesa no hay nada más que los papeles apilados de las personas que han pasado la entrevista, cada papel tiene un número. Ese número es una persona. Cada formulario la secretaria pone en rotulador el número de candidato.
Se escucha una voz de un entrevistado que dice- es que necesito trabajar- llevo mucho tiempo sin hacerlo-comenta.
- La cucaracha de negro sonríe, sabe que lo tiene a su disposición, no hace falta que le explique en que consiste el trabajo, ni las condiciones mínimas, como sueldo, horario, contrato, etc.

Hace pasar al número 78, que creía que iba a una oferta de atención al cliente a la que pulso de forma compulsiva, sin casi prestarle atención, junto con 4 más que no tenían relación entre sí: desde electricista a operario de grúa-puente, o puente-grúa, y trabajos por el estilo.
-Buenos días, encantado de conocerte. Vamos a tener una reunión informativa-dice este hombre que aparentas buenas formas y amabilidad, incluso sonríe a cada persona que entrevista de forma ya tan mecánica que es difícil diferenciarla de la sonrisa fingida. Mira directamente a los ojos, pero no con mirada honesta, sino intentando intimidar al entrevistado, tratando de escrutarle la mente, incluso arruga la frente de ese esfuerzo meta cognitivo. Es bastante divertido.
Comienza el entrevistador sin leer apenas los curriculums a hablar de la empresa.

-Esta es una empresa que trabaja en el mundo de las telecomunicaciones para la empresa Jazztel. ¿La conoces?
-Si, contesta número 78.
-Tenemos 10 trabajadores, vamos a doblar el número; queremos llegar a 20. Queremos gente competitiva y que quiera progresar ¿Tu quieres progresar verdad? Es lo que todo el mundo quiere- se anticipa a la contestación de número 78.
Si, dice el número 78, empezando a ver que aquello era una broma macabra como desde el principio sospecho.

-Lo que nosotros hacemos es que vamos por empresas ofreciendo nuestro producto, pero sin marear a nadie ¿sabes? Vamos, hablamos 10 minutos no más, y nos vamos.
A las personas nuevas las llevamos un día entero con nosotros. ¿Tú te puedes incorporar inmediatamente?

-Si, contesta número 78.
¿Llevas mucho tiempo sin trabajar?
-2 meses contesta numero 78, por decir algo.
-Ah-dice sorprendido la cucaracha- pues muy bien, veo que eres trabajador. Uhf suspira y habla a modo de confidencia-aquí viene gente que lleva muchísimo más tiempo-esto lo acompaña con una sonrisa y un ligero ladeo de la cabeza.

-Bueno, te cuento, nosotros lo que hacemos es que si te seleccionamos vienes con nosotros un día entero desde las 8 hasta las 7 de la tarde. Comemos junto para hablar en la comida de la empresa, de ver quien a vendido más y luego reforzados por la comida salimos a competir. ¿A ti te gusta competir?
-si, dice ya aburrido número 78 y sin ganas de argumentar. Solo imaginaba las reuniones que había visto de estos hombres cucarachas en los parques: vendedores de seguros, de aspiradores, de la enciclopedia Larousse, de móviles o Internet. Gente sin un duro y con poca vergüenza. Con todos sus trajes de gala pretenden dar a entender que son unos triunfadores, unos privilegiados dentro del mundo de los trabajadores no cualificados, a salvo de las incomodas zanjas que abren otros obreros no cualificados para poner tuberías. A salvo del paisaje claustrofóbicos e insalubres de las fabricas.
Para ellos eran las calles una oportunidad para arañar algunas migajas de dinero, como los vagabundos, pero sin el candor y la digna humanidad nacida del abandono de estos últimos.

A estos engalanados trabajadores puedes verlos a la hora de comer entrar a los consum a por un poco de pan, algún yogur.
Envidiándose en sus reuniones al aire libre al que lleva carnes magras, opíparo manjar digno de la más sutil envidia de estos desvergonzados. Tampoco estos trabajadores de empresas verticales dejan pasar algún festín reciente que este en el cubo de basura, pero eso si, van como señores, no les des una pala porque te escupirán a la cara, ni les critique la empresa porque te apuñalaren con el Cutter con su nombre grabado de empleado del mes.
-Después de pasar el día con nosotros- continuaba el discurso- aunque número 78 se había perdido la mitad- decidimos sobre él.
(Esta sería la segunda selección)

- este primer día lo llamamos de observación- continuaba monótonamente la cucaracha entrevistadora- y si le aceptamos, le formamos durante 3 0 4 días y después, a competir y a progresar.
Ese primer día donde otras cucarachas con corbata te observan no lo cobras, aparte que vas con tu coche y te pagas la comida. Los siguientes días de formación tampoco son a cargo de la empresa. Total: la primera semana es gratis para la empresa pero no para el trabajador, tiene que pagarse todo los desplazamientos, comidas y supongo que invitaciones a los veteranos. Contrato: absolutamente ninguno en ese plazo.
-Veo que has trabajado en Makro cara el público, eso es muy bueno, muy bueno, le dice la cucaracha.

Si, dice totalmente ajeno de la conversación el número 78 con ganas de irse teniendo claro que en esa conversación, el entrevistador futuro empleador, estaba omitiendo información sobre el horario real. Del sueldo ni había hablado en la reunión informativa, cuya acuñación de vez en cuando reiteraba en la conversación, pareciéndole a la cucaracha de lo más ocurrente, como al ministro de industria Sebastian con su anglicanismo de brotes verdes que rompe el castellano. Expresión totalmente mal construida al traducirla del ingles donde es muy normal esa acuñación.
Como no tenia ganas de informarse el número 78 de algo en lo que no iba a formar parte, y si interés de saber la siguiente majadería estilo de los payasos yanquis, calló.
En un silencio que le molestaba, ya que sabia que su deber era haberle contestado sobre lo que pensaba por superación, competitividad, amor a la empresa, por la falta de propuesta de contrato y sueldo. Dejo a entrever que se cobraba solo por comisiones, por supuesto pensaba número 78 llevar a este local a inspección de trabajo.
En el discurso monotemático de las bondades de la empresa, las oportunidades de formación y prosperidad otorgadas a sus trabajadores, la declaración de que los trabajadores se debían en cuerpo y alma no a sus vidas, y a la reflexión de esta junto con los problemas del mundo, sino que se debían a la empresa, y como podía hacer el vendedor para mejorarla. No mejores el mundo venia a decir la cucaracha, mejora la empresa.

Termino que repetía insistentemente, la empresa, la empresa, la empresa. Pero en ningún momento dijo como se llamaba.
¿Tu te verías motivado a dirigir a 20 personas?- le pregunto con toda seriedad la cucaracha.
Si, le dijo el número 78 con una sonrisa. Era entupido pensar en esa extravagancia, una persona que no sabe ni cuanto va a cobrar, ni la jornada que va hacer, ni en que consiste el trabajo, y que no paraba de decir que si como única contestación.
Si quería demostrar si era una persona con motivación de poder con esa pregunta no lo resolvería la cucaracha entupida; una tontería así solo podría enganchar a una persona muy frustrada laboral y emocionalmente.
Tras unos 15 minutos de hablar de la empresa, de lo que quería de sus empleados, de las oportunidad inmejorables que ofrecía desde esa tabla vacía que hacia de mesa.
Tan magnificas oportunidades nacían en un local vacío, donde solo había un teléfono, el de la secretaria; eso en una importante empresa de telecomunicaciones, un ordenador, el de la secretaria, en una importante empresa de telecomunicaciones todo lo que se podía ver eran: 10 sillas, y las paredes peladas, en unos 40 metros cuadrados donde no había nada más que personas en busca de algo de trabajo, las dos humildes mesas de madera de pino barato extremadamente frágiles, la secretaria y el entrevistador, un teléfono fijo y el ordenador; y absolutamente nada más. Las grandes empresas de telecomunicaciones tampoco necesitan de mayores infraestructuras.

Termino la entrevista, el número 78 estaba medio mareado y un poco avergonzado de haber caído en semejante memez, era una señal de que debía hacer algo, la situación le estaba pasando factura para caer en una trampa tan mal construida, donde los únicos que podías caer era gente como la que allí estaba. Había una muchacha preciosa toda arreglada, bien maquillada, de unos 20 años de labios carnosos y sonrosados, carnes finas y pretas, pechos descomunales que llamaba a su novio toda contenta por tener la oportunidad de hacer una entrevista de trabajo, pobre angelito.
Por la tarde llamaron a número 78 muy contentos para decirle con toda solemnidad que había sido seleccionado. Número 78 le pregunto que en la entrevista no se había mencionado nada sobre contratación. La secretaria contesta que eso se hablaría como le informo el entrevistador tras la primera de semana de trabajo, entonces ya se podía hablar de ese tema, pero eso no interesaba, lo interesante era la oportunidad que daba le empresa.
Número 78 colgó.


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